DOÑANA; mujer y madre

Somos muchos los que en estos días estamos conmovidos, consternados, indignados y muy apenados por los últimos acontecimientos que han tenido lugar en Doñana y su entorno.

Hemos podido empaparnos en las redes sociales de cada noticia, cada vídeo de personas que han sufrido y presenciado el horror del implacable fuego, los mensajes de los operarios, ayuntamientos, vecinos, así como, las impactantes y desgarradoras imágenes que con impotencia y rabia nos llegaban. Esta tierra que tanto amamos, sucumbía al paso de las llamas.

Pero Doñana sabrá reponerse porque Ella es sabía, grande y fuerte, es Mamá Natura. Aquella que tomó nombre de mujer cuando el Séptimo Duque de Medina Sidonia mandó construir un Palacio de Caza para su esposa Doña Ana Gómez de Mendoza, ‘Doña-Ana’.

Tierras indómitas, llanas, leyendas de Tartessos, de palacios y chozas de brozas, castañuelas y bayuncos. Influenciada por el río Guadalquivir y por un predominante viento marinero que arrastra continuamente su fina arena y salitre. Cuna de la más bella aparición mariana, tierra santa para millones de peregrinos. Ella, ha sabido perdurar invicta a lo largo de los siglos. Doñana es el principio y el fin de cientos y miles de historias.

Y, porque Doñana duele, por eso, su gente, aquellos que salvaguardan sus tierras, que luchan por ella; operarios de Infoca, guardas, cuerpos de seguridad, bomberos, vecinos, voluntarios… Vuelven a aunar sus fuerzas, sus deseos de mantener esa estampa viva por siempre para luchar por una Doñana fuerte, capaz de levantarse de sus cenizas y renacer de nuevo.

 

Me pongo en sus manos, en las mías para mostraros recuerdos, vivencias, mis momentos en Ella, bendita tierra de María, mujer y madre. Allí, por la marisma contamos una historia de tantas, cuando salimos a revisar a nuestras yeguas y potrillos que se alimentan de su biosfera. Me acompaña mi yegua Melody, andando por las marismas no hay ninguna mejor que ella. Desde potrilla ya se mecían sus cascos entre sus fangosos fondos y sus aguas. Conoce tan bien este medio que tan solo tengo que soltarle un poco la cara para ayudarla y acomodarla en el paso. No se asusta cuando las liebres saltan de los matorrales a nuestro paso, ni del vuelo y el ruidoso aleteo y graznido constante de las enormes colonias de flamencos que nos sobrevuelan a pocos metros al escuchar nuestro chapoteo, ni de los enormes buitres que no conocen la vergüenza, que andan bajo las patas de los caballos altivamente.

Imágenes que capturan el corazón, el tesoro que alberga cada palmo de esta tierra; sus vetas, sus lucios de ese verde intenso y cristalinas aguas primaverales. De esa luz que la inunda cada día. Os presento la belleza que la acompaña al ver a sus animales disfrutar en libertad.

Ni humanos, ni animales, ni la razón entiende el porqué de esta catástrofe. La única certeza reside en que la extensa vegetación de Doñana es, para todos nosotros, el gran pulmón del que respira esta sociedad nociva en la que vivimos.

Biosfera de Doñana.
Paseando por El Coto de Doñana rodeada de naturaleza, de vida.
Biosfera de Doñana.
Biosfera de Doñana.
Con mi yegua Melody por las marismas de Doñana.
Con mi yegua Melody por las marismas de Doñana.
Biosfera de Doñana.
Con Melody, un día cualquiera en Doñana.
Recuerdos de Doñana.
Doñana.
Melody, Doñana y yo.
Melody, las marismas de Doñana y yo.
Las marismas de Doñana.
Las marismas de Doñana con mi yegua Melody.
Con mi yegua Melody andando por las marismas de Doñana.
Doñana, una tarde cualquiera.
Melody, Doñana y yo.
Las marismas de Doñana.
Flamencos. Biosfera de Doñana.
Caballos, yeguas, potrillos, disfrutando de las marismas de Doñana.
Doñana, en plena libertad.
Libertad. Doñana.
Caballos, yeguas y potrillos.
Con Melody, disfrutando de la belleza de Doñana.
Biosfera de Doñana.
Yegua preñada y potrillo.
Doñana.
Doñana.
Doñana.
Biosfera de Doñana.
Biosfera de Doñana.
Biosfera de Doñana.

 

 

Un paseo entre Canelo y Doñana

Es un suave susurro el que mece las copas de los inmensos pinares de Doñana. El que se acelera orquestando y silbando en un va y ven de ramas que se entrelazan unas con otras sintonizando una melodía de despedida.

doma vaquera
Con Canelo en Doñana.
doma vaquera
Con Canelo en Doñana.

Otoño se marcha. Pero antes de hacerlo nos bendice con sus lluvias estivales y nos regala el verde más intenso que nos puede mostrar el campo. Es entonces cuando comienza a brotar la vida, cuando sin pensarlo demasiado te ves inmersa en una competición entre tu caballo y el tiempo.

Canelo necesitaba de mañanas, de galopadas largas y de los desafíos ofrecidos por este espacio natural. Entre su buen paso y su buen galope se animaba Noah que nos acompañaba con la lealtad que le caracteriza.  Su potencia y suspensión solo podían ser signo de su raza. Sus tres sangres que realzan su nobleza y su relajación.

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Botas Roberto Garrudo. Silla de competición Casa Vidal.
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Canelo, su potencia y suspensión destacan entre sus cualidades.
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Noah, Canelo y yo después de un día de lluvia en Doñana.

El compás se mece entre mis estribos y mis botas que con pasión y delicadeza ha creado Roberto Garrudo. Y entre charcos, sol y vida disfrutamos de una mañana inigualable. Porque el otoño se acaba pero nos deja estampas y momentos que se quedan grabados en la retina que compartimos jinete y caballo.

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Noah, Canelo y yo entre los charcos de Doñana.
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El buen galope de Canelo nos hace disfrutar tanto a Noah como a mí.
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Días de campo con Canelo y Noah en Doñana.